Cómo enseñar a los niños a pensar, no cómo o qué pensar
En ocasiones tendemos a enseñar a nuestros hijos lo que han de pensar o cómo ha de pensar sobre determinadas cosas. Es muy posible que esto ocurra porque a nosotros ya nos dieron como válidas ciertas ideas y las heredamos sin más planteamientos.
Sin embargo, creo que es mucho más importante que enseñemos a nuestros hijos a pensar, y que ellos saquen sus propias conclusiones, que encuentren su propia manera de hacer las cosas, su propia filosofía, que cuestionen lo que ven y lo que oyen, porque así estaremos sentando las bases para que sean adultos críticos, comprometidos, más seguros y menos miedosos.
¿Por qué tenemos que enseñarles a pensar?
Tendemos a querer que los niños hagan las cosas como nos gustan a nosotros: los juguetes se dejan en la caja roja y no en la amarilla; la raya del pelo se peina para este lado; ese jersey no puede ir con ese pantalón… Les dejamos poco espacio para que escojan y piensen por ellos mismos, no les dejamos experimentar y equivocarse. Sin embargo, hemos de hacerlo, ¿por qué?
– Así les enseñamos a no creer todo lo que ven y oyen, a no dar todo por verdadero y sí a cuestionarlo.
– Aprenderán a equivocarse, a levantarse y a volver a intentarlo. Es posible que los niños escojan un camino o una idea equivocada, pero el error, es lo que nos permite reaccionar y volver a intentarlo.
– Estimula la capacidad de observar y analizar.
– Ayuda a los niños a no sentirse presionados por el entorno, los amigos, la televisión, la moda… Es decir, a forjar su propia personalidad y carácter.
¿Cómo podemos lograr que los niños piensen por sí mismos?
– Fomentar el diálogo en familia y dejar espacio a los niños para que razonen, expongan sus ideas y puedan argumentarlas.
– Darles la capacidad para escoger: ya sea con la comida, con la ropa, con las rutinas o qué hacer con su tiempo de ocio.
– Dejarles plantear todos los porqués que necesiten aunque nos agoten. Es bueno que se planteen preguntas y también que les induzcas a que ellos encuentren las soluciones.
– Y, por supuesto, acércales los libros, una herramienta al alcance de cualquiera y que estimula el pensamiento crítico.